EXPERIENCIA VOLUNTARIADO
NIÑOS CON SINDROME DE ANGELMAN
(ASA)
La experiencia que viví el pasado sábado con Edu, el niño que cuide mientras sus papás estaban en las reuniones de ASA, no tiene descripción correcta que le haga justicia.
Tuve la suerte de conocer al niño más tranquilo y bueno de todos los niños que he conocido nunca, con deficiencias o sin ellas.
Nunca había estado en contacto con niños con este síndrome, y aunque estaba algo cohibida por no saber muy bien cómo tratarlo… Edu me lo puso muy fácil. Prácticamente estuve toda la mañana paseando de un lado al otro, nos parábamos a mirar a otros voluntarios, nos reíamos un poco, y seguíamos paseando, unas veces andando, otras con el carrito.
La comida fue toda una aventura, porque queríamos seguir paseando en lugar de comer sentaditos, pero fue divertido. Aunque no tanto como la piscina. Incluso sabiendo que les encanta el agua, la cara que pusieron dentro del agua ¡fue toda una revelación! Incluso aunque sonrían a todas horas, esa sonrisa dentro de la piscina era diferente, ¡era felicidad en estado puro!
Por la tarde ya estaba cansadito, así que mucho caso al espectáculo no hicimos.
No pensaba que me iba a costar tanto despedirme de él. Todo el día juntos, ¿Quién puede querer separarse de un niño tan bueno?
Realmente fue una experiencia impresionante, aprendí muchísimo, y nos lo pasamos muy bien juntos. Los padres fueron muy atentos, explicándome cosas que yo no sabía sobre estos niños, que ciertamente son como angelitos.
En definitiva, una experiencia inolvidable, ¡que no me importaría repetir!
